Eso que llamamos «envejecimiento de la piel» no es resultado del paso del tiempo. Es consecuencia de la inflamación. Por suerte, hay formas de reducir su impacto.
En realidad, el envejecimiento es inflamación. No, evidentemente, la que se puede producir por tomar el sol, sino algo más solapado y lento que se produce a nivel celular. Todo comienza con la oxidación producida por los radicales libres. Los rayos ultravioleta del sol crean radicales libres en la piel, que dañan las membranas celulares. A medida que esas membranas se oxidan, se generan compuestos inflamatorios y la célula no puede absorber bien los nutrientes ni expulsar los desechos. Por eso, para detener o revertir el proceso del envejecimiento, es necesario reducir la oxidación y la inflamación. Esta dieta antiinflamatoria, creada por expertos de la Universidad de Yale, puede ayudarte:
- Reduce los dulces y harinas blancas al mínimo. Las moléculas de azúcar reaccionan con el colágeno –que mantiene firme la piel–, y ésta pierde tono y tersura. Debes evitar el pan, la pasta y el arroz blancos (tómalos integrales), la bollería y pastelería, las bebidas azucaradas... En cambio, te conviene aumentar el consumo de frutas y verduras de colores intensos, ricos en antioxidantes.
- Toma proteínas magras. La piel necesita aminoácidos para reparar los daños celulares. Las mejores proteínas para la piel están en el pescado azul (con ácidos grasos Omega-3 y un compuesto llamado dimetilaminoetanol o DMAE, que mantiene la piel tonificada) y también en los lácteos, huevos, legumbres, carnes magras...
- Toma suplementos. Las vitaminas C y E, el selenio y otros antioxidantes inhiben la actividad de los radicales libres. Como es difícil conseguir la suficiente protección solo a través de los alimentos, consulta al médico si te conviene tomar los siguientes:
- Vitamina C: de 1 g a 2 g.
- Vitamina E: 400 UI.
- Coenzima Q10: 60 mg hasta los 50 años; 100 mg a partir de los 50.
- DMAE: de 50 mg a 100 mg.
- Ácido lipoico: 50 mg.
- Selenio: 200 microgramos.
Agua, vital en verano
Piel seca y apagada, ojos sin brillo... son síntomas de deshidratación, muy común en verano, cuando las altas temperaturas, los baños de sol, los deportes al aire libre aumentan las necesidades de agua.
¿Quieres saber si bebes la suficiente? Mira el color de tu orina (puede ser transparente o caramelo oscuro). Cuanto más oscura, más deshidratado estás. No es un problema trivial. El agua es necesaria para el funcionamiento de todos los órganos. De ahí que, además de los síntomas leves, la deshidratación pueda provocar lipotimias, arritmias, fallo renal y hasta la muerte.
Lo importante es saber que hay que beber antes de tener sed, y un mínimo de 8 vasos de agua diarios. Para una buena hidratación:
- Empieza el día con un gran vaso de agua.
- Bebe agua entre las comidas (los «alérgicos» al agua la toleran mejor con un chorrito de limón).
- Mezcla zumos con agua al 50% (la mitad de calorías).
- Empieza cada comida con un gazpacho, caldo frío, ensalada...
- Toma frutas ricas en agua, como sandía y melón.
- Como tentempié, toma verduras en tiras: zanahorias, apio, pimientos rojos, pepino...
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